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La II República en Almenara

El domingo 12 de abril, los votantes acudieron a las urnas con la convicción de que se trataba de algo más que de unas elecciones municipales parciales. El gobierno, deseoso de saber con qué respaldo contaba, procuró que las elecciones tuvieran una mínima transparencia. Evidenciaron los resultados el rotundo fracaso de la Monarquía.

Las candidaturas antimonárquicas habían arrollado en los principales núcleos de población. En Almenara los resultados electorales arrojados por las elecciones fueron los siguientes: ”3 regionalistas no monárquicos, 2 demócratas, 2 de derecha republicana y 3 indeterminados monárquicos”.[1]


Por desgracia, no conocemos cómo se recibió la República en Almenara, puesto que no se ha hallado el Libro de Actas Municipales correspondiente al año 1931. Tan sólo disponemos de los borradores del Acta de la Constitución del nuevo Ayuntamiento de fecha 13-6-1931,[2] integrado por:
  
             Alcalde
 Joaquín Llusar Guinot (P. Radical)
             Concejales
 Joaquín Faet Gómez

 Vicente Navarro Dasca  (PSOE)

 Francisco Aunés Doñate (P. Radical)

 Vicente Melchor Sanchís

 Francisco Melchor Corell

 Bautista Suria Bensach (P.Radical)

 Miguel Beltrán Nebot

 Bautista Morales Forner (PSOE)

 Vicente  Bonet Montesinos (CNT)



 
Sabemos que hubo garrotazos, amenazas y coacciones el día 12 de abril de 1931 entre los monárquicos y los republicanos:[3]
...F.F.F. usando garrotes en las elecciones del 12 de abril del 31, amenazaba a los monárquicos si votaban por la Monarquía, pues él era republicano y desde el balcón del Centro Obrero dijo a grito pelado, que había que acabar con aquellos y que corriera la sangre hasta que llegase a la altura de donde ellos estaban”

“...M.R. también usando los argumentos contundentes del garrote, coaccionó a los electores al extremo de que a F. C. A. le pegara por ser monárquico y con el garrote le tirara un golpe como para matarle desviando el golpe un sobrino suyo”.

Las primeras medidas que tomó la corporación fueron: el establecimiento de un nuevo calendario festivo, en el cual destacaba la festividad del 14 de abril, así como el cambio de nombre de algunas calles de la localidad: la avenida Primo de Rivera pasó a llamarse avenida de la República; la plaza de la Iglesia, plaza Galán y  García Hernández; la calle San Roque cambió por el de Blasco Ibáñez; la de San Pedro por Pablo Iglesias y la calle de la Iglesia fue rotulada como de Mariana Pineda.[4]



¿Qué supuso la II República para una población tan pequeña como Almenara?



De las memorias económicas extraemos como conclusión que el estado económico de la Corporación en 1931 era más que próspero, aunque la población necesitaba las siguientes mejoras:[5]

-          Realizar obras en el alcantarillado.
-          Necesidad de construir unas escuelas nuevas.
-          Necesidad de una casa-cuartel.
-         Desviación del camino de la Vall que atravesaba la localidad por la calle Muro, y llevarlo a las afueras.
-        Cesión del camino vecinal del barrio del Mar a la Diputación para la mejora.
-         Instalación de una estación telegráfica del Estado o municipal.

El principal problema que sufría la población era el paro estacional, agravado por la grave crisis naranjera de 1933, con el cual tampoco pudo acabar la legislación de la II República, ya que no contemplaba medidas correctoras para atenuarlo (como el subsidio por desempleo) más allá del recurso de la obra pública. El paro era sinónimo de miseria y autoconsumo centrado en la mera supervivencia. El consumo descendía por el recorte en los salarios tanto por la supresión de horas extraordinarias como por la intermitencia de días laborables. Recordemos que la peonada de un bracero oscilaba entre las 6 y las 8 pesetas.
La Ley de Términos Municipales estableció la obligación de los patronos de contratar obreros de la localidad. De hecho, el recurrir a trabajadores foráneos era un procedimiento utilizado por los caciques para controlar a los campesinos. A lo largo de 1932 se realizaron censos de trabajadores en todas las poblaciones tanto de hombres como de mujeres, para así poder poner en marcha la ley. En Almenara se realizaron los censos en junio de 1932; contaba la localidad con 436 mujeres trabajadoras y 465 hombres.[6] 
Desde la Sociedad de Trabajadores del Campo «La Esperanza» se presentaron denuncias contra propietarios de la localidad por incumplir la ley y contratar forasteros.[7] La medida fue muy contestada porque por falta de suficiente mano de obra las cosechas no pudieron recogerse enteras.

En la Constitución de 1931 se reconoció el derecho a voto de la mujer y el derecho a ser elegidas para cualquier cargo público. En 1932 se aprueba la Ley de Matrimonio Civil y la Ley del Divorcio, en ese momento la más progresista de Europa, ya que reconocía el divorcio de mutuo acuerdo y el derecho de la mujer a tener la patria potestad de sus hijos. Ambas leyes supusieron un duro revés para la Iglesia, que veía recortadas sus funciones e intervención en el seno de la familia, y un gran paso adelante para que la mujer saliese de su ámbito de influencia.

Foto de la fiesta del 1 de Mayo en la playa de Casablanca. Archivo familiar de Núria Arnau i Fortuny

En materia laboral, se permitió a las mujeres el derecho de asociación y sindicación, y el 1 de julio de 1931 se decretó la jornada laboral de 8 horas. Además, se regularizó el trabajo nocturno, que obligaba a los patronos a dar un descanso de 8 horas para dormir, y el descanso dominical, excepto para el servicio doméstico. Se prohibió contratar mujeres en trabajos considerados como peligrosos o duros y que pudiesen minar su salud o su futura maternidad. El Decreto de 26 de mayo de 1931 estableció el Seguro Obligatorio de Maternidad que regulaba, por primera vez, el periodo de lactancia, el tiempo de baja por maternidad, etc.

La II República tuvo que hacerse cargo de varias y muy penosas herencias que le había legado la dictadura de Primo de Rivera: pocas escuelas, maestros mal preparados y peor retribuidos, etc. Mediante lo dispuesto en el artículo 48 de la nueva Constitución, el Estado velaría por el servicio de la cultura, su gratuidad y su obligatoriedad, así como por garantizar su laicidad, la abolición de las asignaturas domésticas y el fomento de la coeducación. Durante este periodo se llevó a cabo tanto la construcción de las escuelas nuevas en el pueblo como la puesta en marcha de la escuela mixta en el barrio del Mar. El programa republicano sobre educación quedó demostrado que no era una utopía. Se pudo hacer realidad y Almenara fue uno de los lugares donde la política de construcción de escuelas, la organización en grados y la puesta en marcha de un nuevo programa educativo basado en la laicidad y el fomento de la coeducación se materializó con éxito.

La reforma religiosa fue, sin duda, la cuestión que más enemigos creó a la República y la que aportó mayores argumentos en su contra. Además, se incluían en la Constitución otras previsiones como, por ejemplo, el divorcio, la secularización de los cementerios, la supresión de los presupuestos de culto y del clero. La aplicación de estas disposiciones ofrecían toda una serie de dificultades; como ejemplo, todos los actos de culto externos necesitaban la aprobación gobernativa y los alcaldes gravaban con impuestos el toque de campanas o los entierros católicos. En Almenara se reglamentó cómo debían celebrarse los entierros católicos del siguiente modo:[8]

  “ 1º Tras tres toques de campanas sale el clero de la iglesia tras la cruz hasta casa del difunto.
   2º  Sin responsos ni cánticos se saca al difunto de casa.
   3º Se acompaña al cementerio sin toques de campana, ni responsos ni ceremonias en la vía pública.
   4º  Solo una vez dentro del cementerio se podrá revestir el clero y hacer toda clase de rezos y responsos que sean reglamentarios.
   5º  Acabado el acto el clero volverá a la Iglesia con sotana por el punto más recto posible y sin ceremonias.”


Respondiendo a la pregunta que planteábamos en el título de este apartado, y sin lugar a dudas, la II República supuso una mejora en la calidad de vida de los habitantes de Almenara, desde el bracero al maestro, y desde la mujer al niño que iba a la escuela. Estos días se cumplen 82 años del inicio de una nueva manera de gobernar: la proclamación de la II República el 14 de abril de 1931 encarnó el sueño de un porvenir de democracia y modernidad, de libertad y justicia, de educación y progreso, de igualdad y derechos universales para todos los ciudadanos. Contra ese impulso modernizador y democratizador republicano se situaron deslealmente quienes creían y siguen creyendo que este país es de su exclusiva propiedad: los grandes propietarios, la facción más reaccionaria del ejército y la jerarquía de la Iglesia Católica. Conviene recordarlo.




                        Heraldo de Castellón (13 de abril de 1931). Hemeroteca del Archivo Municipal de Castellón.



                         Borrador del acta de constitución de la primera corporación republicana de la sesión extraordinaria de 13 de junio de 1931. Archivo Municipal de Almenara.



                        Expediente de responsabilidades políticas nº 3711 de 1940 contra Encarnación Forment Blat. Archivo Histórico Provincial de Castellón.



                        Borrador del acta municipal del 26-06-1931. Con objeto de rendir homenaje al acto de restaurar la República, se acordó por unanimidad el cambio de nombre de distintas calles.



                        Memorias económicas. Archivo Municipal de Almenara.



                        Censos de trabajadores de  la localidad (1932).



                        Denuncias de la Sociedad de Trabajadores del Campo «La Esperanza»  contra algunos patronos de la localidad (véanse los anexos).



                         Acta municipal de la sesión de 31 de octubre de 1932. En noviembre se modifica el reglamento y se permite que el clero vaya y vuelva revestido a la iglesia. Archivo Municipal de Almenara.





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